lunes, 3 de enero de 2011

Adiós a una pésima gestión

Hoy se inicia una nueva etapa en la municipalidad provincial de Cajamarca, dejando atrás la pésima, desastrosa e ineficiente gestión que encabezó Marco La Torre y que no pudo corregir ni revertir Eduardo Quiroz en los últimos tres meses que reemplazó al renunciante alcalde provincial.

Marco La Torre llegó al municipio superando al entonces alcalde reeleccionista Emilio Horna y al sorprendente candidato de Fuerza Social, Rubén Vílchez, que contó con el arrastre de Jesús Coronel, ganador de la presidencia regional.

La llegada de La Torre a la alcaldía de Cajamarca se debió -principalmente- a una imagen de un supuesto “buen comerciante” (aunque muchos lo confundieron con un empresario), el rechazo de la población al continuismo aprista en el municipio y a la desconfianza que generó el desconocido candidato de Fuerza Social.

La expectativa de la población exigía que Marco La Torre realice una gestión a favor de los más necesitados, pero se equivocaron. El gobierno edil del periodo 2007-2010 apuntó a proyectos “faraónicos” que beneficiarán directa y casi exclusivamente a los grupos de poder económico. Los sectores populares se fregaron, Marco La Torre no se acordó de ellos.

Los dos o tres “grandes proyectos” que concluyó no favorecen a los sectores pobres de Cajamarca que no tienen agua, desagüe o fluido eléctrico. Prefirió enterrar 25 millones de soles en el barro del Qhapac Ñan para un coliseo, antes que apoyar con proyectos y obras a los sectores populares.

Los grandes proyectos demandaron millonarios presupuestos y aquí aparecieron los grandes empresarios para llevarse su “tajada”; situación que dejó muchas dudas y denuncias que empañaron la transparencia de la gestión.

La inseguridad ciudadana atacó directamente a los cajamarquinos y el alcalde y sus funcionarios se “orinaron en sus pantalones” y dejaron abandonada y a merced de delincuentes y facinerosos a toda la población.

Los ambulantes hicieron lo que quisieron y nunca hubo orden ni acción alguna de parte de las autoridades ediles.

Las pistas y veredas de la ciudad terminaron destrozadas y abandonadas. Marco La Torre apenas inició la pavimentación de la avenida San Martín, donde queda el local de la planta de su empresa Caxagas.

La falta de agua potable y la desatención del sistema de desagüe y el tratamiento de las aguas servidas, que es responsabilidad de Sedacaj, pero cuyos funcionarios los designan las autoridades ediles, fue otro dolor de cabeza de los cajamarquinos.

La desaparición del petróleo donado para los afectados del friaje fue uno de los escándalos más fuertes que afrontó la gestión de Marco La Torre. El combustible lo recibieron los funcionarios de confianza del alcalde, pero desapareció.

El transporte urbano se convirtió en un caos creciente ante lo cual demostraron total incapacidad. Satcaj fue otro problema para los cajamarquinos y la falta de un equipo técnico y profesional que respalde la gestión es otra muestra de ineficiencia.

Gracias a Dios, ya se terminó la gestión desastrosa de Marco La Torre que debe ser superada con creces por las nuevas autoridades que encabeza Ramiro Bardales.


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