viernes, 13 de agosto de 2010

“Mentiroso y ladrón”

Para ser alcalde “hay que tener plata, ser mentiroso y ser ladrón”, comentaba el Cholo Joshe (César Cotrina Cacho) en una entrevista concedida -la semana pasada- al periodismo de la Ciudad del Cumbe.

“...en el radio... a los alcaldes lo dicen ladrón, que robó, que tiene mujer, que tiene querida, que rato también lo dicen que tiene mariu; fregau son los periodistas óigaste”, comentó el reconocido artista.

Con su tono sarcástico, el Cholo Joshe nos daba a entender que varios candidatos a las alcaldías, regidurías, presidencia regional y consejerías son unos ‘reverendos’ pícaros que pretenden un cargo para aprovecharse de los recursos públicos.

Pero analizando las campañas anteriores y las gestiones de muchas autoridades, éstas se ajustan a la versión del Cholo Joshe... una triste realidad de la mayoría de partidos políticos y de muchos sinvergüenzas que van como candidatos.

Aunque tenemos que reconocer que existen candidatos y autoridades -aunque muy pocos- que no poseen estas características de inmoralidad, pues sus actos son honestos y transparentes.

Nos decía que el primer requisito para ser autoridad “hay que tener plata...” y vaya que un candidato requiere de muchos recursos para financiar su campaña proselitista. “Poderoso caballero es don dinero” que se convierte en la mejor arma o estrategia para ganar las elecciones.

Un candidato no puede presentarse a un proceso electoral -si quiere ganar- con los bolsillos vacíos. Necesita recursos para su propaganda, para su equipo de campaña y para llevar regalos y conseguir adeptos y votos.

Hay electores que votan por el candidato que les dio el mejor regalo. Lamentablemente muchos ciudadanos perdieron el principio de honestidad y responsabilidad para elegir a sus autoridades.

También nos decía que hay que “ser mentiroso” para ganar las elecciones y en los procesos pasados muchas autoridades electas nunca cumplieron -durante sus gestiones- con sus promesas de campaña.

Cuando fueron candidatos ofrecieron todo lo que el pueblo pedía y cuando llegaron a la alcaldía se olvidaron de las necesidades de la población, pero no de las fiestas, la parranda y el despilfarro del presupuesto de la institución.

La mentira parece que pasó a ser el lema personal de los políticos que los convierte en seres sinvergüenzas, sin sangre en la cara, que actúan sin temer una sanción ciudadana en las urnas.

Y finalmente el requisito más repugnante: “hay que ser ladrón”. Un problema que se presenta en la mayoría de autoridades. Un alto porcentaje de alcaldes son procesados -cuando terminan sus gestiones- por corruptos y ladrones.

Es lamentable que un gran sector de la población se sume a la versión “no importa que robe, pero que haga obras...”, terrible realidad de nuestra sociedad que apoya la presencia de delincuentes en las instituciones públicas.

La “elección del buen vecino” como alcalde ya quedó en la historia.

 

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