viernes, 20 de agosto de 2010

Realidad o ilusión

El simulacro de sismo demostró que la Ciudad del Cumbe y la región no están preparadas para un terremoto que supere los 8 grados Richter.

Dos mil 600 muertos y mil 300 heridos, 120 desaparecidos, 5 mil 333 familias damnificadas (que suman 32 mil personas) y 48 mil personas afectadas, fueron los resultados oficiales.

Dos mil 500 viviendas de material rústico y 92 instituciones educativas cedieron, mientras otras 240 fueron afectadas, dos clínicas, cuatro hospitales, 12 centros de salud y 10 postas médicas colapsaron.

También resultaron dañados 100 kilómetros de carretera, 20 de caminos rurales, cuatro puentes vehiculares, 10 puentes peatonales y los dos aeropuertos de la región.

Creemos que las autoridades fueron complacientes en la mayoría de estas cifras; ya que consideramos que con una catástrofe de esa magnitud, las pérdidas humanas y los daños superarían los datos asignados en este simulacro.

Pero, debemos rescatar la realización de este evento que promueve la participación y preparación ciudadana para afrontar un posible desastre natural en el futuro.

Reconocemos la participación del sector Educación y de los trabajadores de las instituciones públicas, pero no hubo respuesta del sector privado, de los transportistas y peatones que circulaban por las calles de Cajamarca. Tampoco actuaron los ciudadanos que estaban en sus casas.

Claro, al observar la acción de las autoridades, los equipos de apoyo y auxilio médico, los rescatistas de las instituciones y Compañía de Bomberos, así como los funcionarios designados en diversas comisiones; nos parecía que todo estaba controlado.

Todo funcionaba casi a la perfección. La acción de los promotores del simulacro encontró la respuesta en las personas designadas para simular a los heridos, incluso los “muertos” estuvieron a tiempo y en el lugar adecuado. Simplemente un sueño o una ilusión.

La realidad nos dice que no estamos preparados. La ciudadanía no participó activamente desde sus domicilios, los transportistas y peatones terminaron “riendo y divirtiéndose” de quienes actuaron en el simulacro que fueron los escolares y funcionarios; pues no hay conciencia para prepararse y reaccionar con responsabilidad ante un posible desastre.

Otro problema es la infraestructura. Nuestras casonas en la ciudad y las viviendas rústicas en la zona periurbana y rural son armas mortales que amenazan a la población ante un posible terremoto en nuestra región.

Pero, consideramos que el principal problema es el nulo compromiso individual y consiente de cada persona, ya que no existe una respuesta ante un llamado para participar en un simulacro buscando un nivel de preparación y respuesta ante un fenómeno natural.

También falta una acción decidida y eficaz de las autoridades para implantar una política de prevención, capacitación y participación de todos los sectores sociales.

No podemos contentarnos solo con un simulacro, simple ilusión de reacción; sino que debemos afrontar la realidad con responsabilidad y compromiso.


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